Amor eterno no es una editorial, aunque fué el engaño, es mucho más. Es una boda real y una historia de amor de las buenas, de las que ponen los pelos de punta y hacen llorar.

72 años, una vida juntos, una vaqueriza y una boda de oro que conmemorar. La excusa para celebrar el amor que cada día se profesa una pareja de abuelos entrañables que han pasado juntos por grandes batallas y momentos difíciles, pero su amor sigue ahí. Ellos nos muestran ese amor que perdura y prevalece, no como el primer día sino con la fuerza de los años, consecuencia de infinidad batallas, caricias, abrazos y cosquillas, sumado a la complicidad de toda una vida juntos.

La vaqueriza, mucha naturaleza y la belleza de la cotidianeidad como escenario de la eternidad del amor. Miradas, caricias y palabras de agradecimiento mutuo por todo lo que han construido juntos, una familia, un negocio… y por las enfermedades y malos tragos que han superado con valentía. Una ceremonia sorpresa al caer la tarde ante cientos de vacas, flores sobre un tractor y unos invitados inesperados muy especiales.

Palabras improvisadas llenas de emoción hacia los vástagos de su amor, lágrimas de emoción, miradas cómplices… Y en el centro de todo ella, Consuelo. Su gran tesoro, el amor de su vida. Todo en un paraje inigualable y tan entrañable para renovar sus votos y convertir lo que creían que sería una editorial en una auténtica boda rodeados de sus hijos y nietos.

Inmortalizar a esta pareja y sus 50 años de matrimonio ha sido una gran lección de compromiso y entrega para todo el equipo, que nada más conocer su historia de amor, de superación y su proyecto de vida en la vaqueriza se quisieron sumar sin dudarlo a este proyecto.

Estas imágenes plasman una historia auténtica y especial. Y con ellas queremos agradecer que existan referentes como ellos en nuestras vidas, que nos recuerden el poder del amor, que se mantiene, crece y sobrevive contra todo pronóstico. Una historia que en los tiempos que corren parece de película, pero es real.

A pesar de los años, las canas y las arrugas no hay más que ver sus miradas, pura pasión y verdad.

Y así es… la eternidad del amor.